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Tiempo en Geografía

Tiempo en Geografía

Artículo de la Enciclopedia Libre Universal en Español.

En todo análisis del espacio el geógrafo se debe recurrir a la Historia e integrar el tiempo y la duración en sus razonamientos. Una de las mayores dificultades en este tema es que normalmente nos tropezamos con diferentes escalas de tiempo. El geógrafo se encuentra ante elementos heterogéneos, instalados en épocas diferentes y que evolucionan a ritmos distintos.

El geógrafo se basa en lo que se observa en el presente y únicamente recurre al pasado con vistas a la comprensión del paisaje, para entender la evolución. No obstante, en la actualidad existe una corriente geográfica que pretende conocer cómo era el paisaje en el pasado histórico. El geógrafo trata de encontrar en el paisaje las huellas del pasado que nos han llegado.

Aunque de una manera un tanto arbitraria se distinguen, normalmente, tres tipos de tiempo: el tiempo cíclico, donde un fenómeno se repite en un intervalo corto, el tiempo histórico y el tiempo geológico. En todo paisaje encontramos elementos que se explican en, al menos, uno de estos tipos de tiempo. Por ejemplo: en una ciudad tenemos los desplazamientos diarios, el clima, la evolución de la ciudad y su asentamiento geológico.

Una de las características de los movimientos de la naturaleza es que no se producen de forma paulatina sino repentina. Si los movimientos son masivos pueden llegar a ser catastróficos. Por ejemplo: una ladera es estable hasta que llega a un punto de ruptura y se desliza. Pero para que alcance ese punto de ruptura ha tenido que acumular una cierta tensión a lo largo del tiempo. Los períodos de inactividad son más largos que los de actividad. Claro que esto sólo es verdad si utilizamos una escala de tiempo humana. Si hablamos de tiempos geológicos que una ladera se desplace cien metros en media hora supone un movimiento mínimo, y la erosión de una montaña puede considerarse paulatina.

En Geografía es particularmente interesante el estudio de fenómenos cíclicos y su evolución. Sin embargo, debe quedar claro que, hasta en Geografía, la Historia en ningún caso es repetitiva.

La noción de ciclo nos lleva al intento de crear modelos teóricos aplicables a cualquier situación. A diferencia de en las Matemáticas, en las que los modelos se aplican rígidamente para obtener resultados iguales entre sí, en Geografía el modelo sólo sirve para hacer una primera aproximación un tanto superficial. Sin embargo, el modelo sí es útil para conocer, teóricamente, el comportamiento aislado de un elemento. Luego, podremos determinar en qué medida lo observado en la realidad se ajusta a lo esperado. Pero si el modelo sirve para estudiar un elemento, se muestra ineficaz para explicar el paisaje, puesto que los elementos que actúan son tantos que se hace virtualmente imposible.

El gran peligro del modelo es que se convierta en el fin de la Geografía y se trate de ajustar la realidad al modelo, por encima de la observación. Pero también, que la observación de las singularidades no nos permita generalizar y construir modelos de aproximación. 

 

El tiempo cíclico se refiere a la primera noción de tiempo desarrollada en la historia del hombre. El ser humano- sometido a leyes naturales- imaginó el tiempo en función de esto; es decir, las estaciones del año, los tiempos de grandes sequías y lluvias, etc. Fueron principalmente las culturas orientales las que desarrollaron la filosofía del tiempo cíclico, aunque, por otro lado, las culturas occidentales la ampliaron y profundizaron. En las culturas americanas también hay referencias sobre una concepción circular del tiempo; y en general también todas las culturas politeístas están relacionadas con esta filosofía.

 

Los procesos geológicos y morfogenéticos, normalmente, ocurren tan lentamente que exceden las posibilidades de observación humana. Por esta razón los geólogos han ido desarrollando desde el siglo XIX una escala de tiempo, basada en eventos geológicos y biológicos globales, que se utiliza como marco de referencia temporal absoluta. Se toma como inicio la época de formación de la Tierra aunque se cuenta hacia atrás en millones de años. Los lapsos se establecen con criterios geológicos (estratigráficos) y biológicos. Los grandes períodos tienen un alcance planetario y son los fundamentales para establecer el tiempo geológico.

Las unidades litoestratigráficas son establecidas a partir de los caracteres litológicos de la sucesión estratigráfica. Son las más utilizadas ya que muestran una gran objetividad. La principal limitación están condicionadas por los ambientes sedimentarios.

Las unidades bioestratigráficas son establecidas a partir de las características paleontológicas fósiles que presentan las rocas estratificadas. Son bastante objetivas pues al basarse en la evolución, no son repetitivas y cubren un espacio que puede llegar a ser la totalidad de la superficie de la Tierra. La principal limitación consiste en que están subordinadas a la presencia de fósiles.

Geólogos y biólogos fueron estableciendo, simultáneamente, dos escalas de la historia de la Tierra: una estratigráfica, para las rocas y su fauna asociada (cronoestratigráficas), y otra cronológica, para el paso de un tiempo que no se sabía como medir (geocronológicas). La equivalencia entre las divisiones estratigráficas y las cronológicas es la siguiente:

Divisiones cronoestratigráficas Divisiones geocronológicas
Eontema Eón
Eratema Era
Sistema Periodo
Serie Época
Piso Edad
Cronozona Zona

La moderna escala de tiempos geológicos es una suma generalizada de acontecimientos geológicos planetarios (los menos), continentales (algunos) y regionales (la mayoría). Los límites son reales sólo en determinados puntos de la Tierra, en el resto, sólo son una fecha que no coincide con ningún acontecimiento geológico específico.

La historia geológica de la Tierra se ha dividido en distintas unidades. Lo más normal es usar las unidades geocronológicas, para las grandes divisiones, que ordenadas de mayor a menor son: eones, eras, periodos, épocas, y la estratigráficas para las divisiones de menor rango, que de mayor a menor son: series, pisos, zonas. 

 

El tiempo en Geografía

 

El tiempo

     En todo análisis del espacio el geógrafo se debe recurrir a la Historia e integrar el tiempo y la duración en sus razonamientos. Una de las mayores dificultades en este tema es que normalmente nos tropezamos con diferentes escalas de tiempo. El geógrafo se encuentra ante elementos heterogéneos, instalados en épocas diferentes y que evolucionan a ritmos distintos.

     El geógrafo se basa en lo que se observa en el presente y únicamente recurre al pasado con vistas a la comprensión del paisaje, para entender la evolución. No obstante, en la actualidad existe una corriente geográfica que pretende conocer cómo era el paisaje en el pasado histórico. El geógrafo trata de encontrar en el paisaje las huellas del pasado que nos han llegado.

 

     Aunque de una manera un tanto arbitraria se distinguen, normalmente, tres tipos de tiempo: el tiempo cíclico, donde un fenómeno se repite en un intervalo corto, el tiempo histórico y el tiempo geológico. En todo paisaje encontramos elementos que se explican en, al menos, uno de estos tipos de tiempo. Por ejemplo: en una ciudad tenemos los desplazamientos diarios, el clima, la evolución de la ciudad y su asentamiento geológico.

 

     Una de las características de los movimientos de la naturaleza es que no se producen de forma paulatina sino repentina. Si los movimientos son masivos pueden llegar a ser catastróficos. Por ejemplo: una ladera es estable hasta que llega a un punto de ruptura y se desliza. Pero para que alcance ese punto de ruptura ha tenido que acumular una cierta tensión a lo largo del tiempo. Los períodos de inactividad son más largos que los de actividad. Claro que esto sólo es verdad si utilizamos una escala de tiempo humana. Si hablamos de tiempos geológicos que una ladera se desplace cien metros en media hora supone un movimiento mínimo, y la erosión de una montaña puede considerarse paulatina.

 

     En Geografía es particularmente interesante el estudio de fenómenos cíclicos y su evolución. Sin embargo, debe quedar claro que, hasta en Geografía, la Historia en ningún caso es repetitiva.

 

     La noción de ciclo nos lleva al intento de crear modelos teóricos aplicables a cualquier situación. A diferencia de en las Matemáticas, en las que los modelos se aplican rígidamente para obtener resultados iguales entre sí, en Geografía el modelo sólo sirve para hacer una primera aproximación un tanto superficial. Sin embargo, el modelo sí es útil para conocer, teóricamente, el comportamiento aislado de un elemento. Luego, podremos determinar en qué medida lo observado en la realidad se ajusta a lo esperado. Pero si el modelo sirve para estudiar un elemento, se muestra ineficaz para explicar el paisaje, puesto que los elementos que actúan son tantos que se hace virtualmente imposible.

 

     El gran peligro del modelo es que se convierta en el fin de la Geografía y se trate de ajustar la realidad al modelo, por encima de la observación. Pero también, que la observación de las singularidades no nos permita generalizar y construir modelos de aproximación.

 

 

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